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El tesoro de las generaciones

El tesoro de las generaciones 

En el mundo laboral existe hoy un cruce intergeneracional nutrido. Convergen diversos valores, competencias y conductas según las edades. Muchas veces motivo de discordia o desesperanza, muchas otras puente hacia el entendimiento y la convivencia equilibrada entre seres humanos que nacieron en épocas del tiempo tan dispares como la Guerra Fría y la “burbuja puntocom”.

Empecemos por definir las 3 generaciones activas en el mercado laboral de hoy: Baby boomers, Generación X y Millennials. Cada una de estas generaciones tiene una franja delimitada de nacimiento, aunque puede variar levemente según el autor. Lo que casi no se discute son las tendencias características de las generaciones.

En esta nota analizaremos cada generación y buscaremos aquello que es compartido por las tres. Aunque cueste creerlo, una persona que vivió su infancia con un televisor en blanco y negro tiene mucho en común con una que compró su primera computadora a través de internet. Veamos porqué.

 

Baby Boomers

Nacieron entre 1945 y 1965. A esta generación se le asignó su nombre por el aumento inusual en la tasa de natalidad ocurrido en algunos países luego de la 2da Guerra Mundial (Estados Unidos, Canadá, Francia, Australia). Este fenómeno es conocido como “baby boom”; de allí el nombre que recibieron.

Podríamos decir que sus características principales se enmarcan, primero, en una fuerte lealtad al trabajo. Esto se entiende tanto desde el trabajo como un valor supremo, es decir innegociable, como también lealtad a la empresa a la cual se pertenece. Para un baby boomer el trabajo representa la base sobre la cual se construyen la vida, los valores y el porvenir.

Otra característica representativa es el respeto por la autoridad. La figura del “jefe” en esta generación es fundamental. Las organizaciones se entienden como una jerarquía lineal donde hay figuras de autoridad definidas y que deben ser respetadas para mantener la “armonía”. Esta concepción estructural del orden aplica desde el ámbito familiar, donde el padre es el “jefe”, en las sociedades patriarcales. Se extiende a todos los sistemas: en el ámbito social la autoridad es el Estado.

La tercera característica distintiva de esta generación es la gran valoración de la formación académica. Se criaron en una época donde obtener un título universitario era todavía un privilegio, y convengamos que hoy también lo es, lo cual lleva naturalmente a entender que se valore más a quienes más estudios tienen. La célebre pregunta “¿No querés ser alguien en la vida?” ilustra perfectamente este razonamiento. El ser está asociado al saber. Todos escuchamos alguna vez a dos baby boomers saludarse con un “Buen día, ingeniero, ¿Cómo dice que le va?”.

 

Generación X

También conocida como “Generación MTV” (ellos sí vivieron el auge de este canal con unpluggeds épicos como el de Nirvana, Charly García o Soda Stereo, y no la superficialidad enlatada que ofrecen hoy con “realitys” o magos del tunning) son las personas nacidas entre el 65 y el 85. Se les atribuye la letra “X” queriendo significar una incógnita, ya que muchos los consideran un híbrido o intermedio entre los baby boomers y los millennials.

Hoy ocupan la mayoría de los cargos estratégicos y gerenciales de las organizaciones y son una conjunción valiosísima entre experiencia, educación y sensatez. También marcados por una gran afición al estudio, se volcaron más hacia la técnica ya que atravesaron de lleno la transición del mundo analógico al digital. Del mismo modo, son la generación que comienza el cuestionamiento al “orden establecido” y decide equilibrar su vida personal con el trabajo, aunque con mucha más fidelidad a una organización que su generación posterior.

Son los primeros grandes emprendedores exitosos jóvenes. La mayoría conocidos por fundar empresas de tecnología asociada a la computación o internet, omitiendo a Steve Jobs y Bill Gates que teóricamente serían baby boomers por haber nacido en el 55. Los casos emblemáticos son Larry Page y Sergey Brin, fundadores de Google, ambos hoy de 44 años; Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, de 33 años; o nuestros casos locales de Mercadolibre, Despegar, OLX y Globant, conocidos como “los 4 unicornios argentinos” por superar su valor de mercado los 1.000 millones de dólares.

Son la primera generación que empezó a validar el divorcio, el matrimonio igualitario, los amigos como parte de la familia y los viajes alrededor del mundo como un deber en la vida. Ni conservadores ni extremos liberales. Son el equilibrio entre el rigor de su generación anterior y la liviandad de la siguiente.

 

Millennials

Llegó el momento de quienes están, a nuestro juicio apresuradamente, en el centro del debate (habla el autor con conocimiento de causa). Se nos llama así porque vinimos al mundo en el umbral del milenio, al final del siglo XX. Nacidos entre 1985 y el 2000, esta generación ha sido y es objeto de un sinfín de estudios y predicciones que nos ha posicionado en una suerte de “elegidos”. Pero son pocos los que analizan fríamente a los millennials y hacen un estudio profundo de la “realidad” de esta generación.

Los optimistas radicales opinan que estas personas somos idealistas, activistas, desinteresados del dinero, casi románticos, infinitamente creativos y espontáneos como ninguna otra generación. Pero esa calificación pareciera ser más una descripción de deseo que un hecho concreto.

Los millennials en la práctica tenemos varios desafíos enfrente que nos llevará un enorme esfuerzo afrontar y superar, sobre todo considerando la premisa de “especiales” de la cual nace gran parte de nuestra psicología social. El escritor y antropólogo cultural británico Simon Sinek, autor del exitoso libro “Empieza con un por qué”, ha abordado este fenómeno con profundidad y destaca 4 problemáticas concretas a la generación millennial, las cuales mencionaremos brevemente para figurarnos la situación.

En primer lugar se reconoce una estrategia fallida de crianza. La idea de padres sobreprotectores que no dudaron en declararnos “sos especial y tendrás lo que quieras con sólo desearlo” desencaja con un modelo de realidad que implica esfuerzo, trabajo, continuidad, disciplina y muchas veces incomodidad para lograr resultados. En segundo término, la ansiedad producto de una era y un contexto de instantaneidad, donde no hay que recorrer caminos para llegar a la cima (otro desencaje frente a la realidad). Tercero, la adicción a la tecnología como recurso ante el aburrimiento, la incertidumbre o incluso la angustia. Y finalmente, el contexto de las corporaciones carentes de liderazgo que absorben el talento de esta generación sin inculcarnos un deseo genuino de auto superación y desarrollo personal.

Quizás hemos sonado fatalistas con la descripción de esta generación, pero preferimos pecar de exagerados y no de ingenuos. Consideramos que esta gran promesa de “salvaremos al mundo” merece un abordaje mucho más riguroso y realista que un sueño poético sin los pies en la tierra.

 

¿Qué tenemos en común todas las generaciones?

Como reza el título de la nota, el tesoro de las generaciones existe y es allí donde podemos comenzar apostando si queremos una organización unida genuinamente y una política de reconocimiento que parta de una base sólida fundada en la psicología socio-organizacional. Si bien vemos coincidencias que se comparten entre dos generaciones, como que los baby boomers comparten el respeto a la autoridad con los X pero no con los millennials, y sí comparten los ideales con los millennials y no con los X, vamos a resaltar lo que las 3 generaciones valoran, comparten y desean.

Toda persona, independientemente de su contexto social y generacional, anhela profundamente 3 cosas en su naturaleza de ser social: sentir pertenencia, estar comunicada y recibir reconocimiento. El sentido de pertenencia puede tener su origen en la genética del ser humano de las cavernas, que requería estar unido al clan para sobrevivir a los inviernos fríos o para la caza de animales salvajes. Hoy en día seguimos siendo seres que necesitan pertenecer, sentirse parte, formar algo en conjunto que nos contenga y con lo cual identificarnos colectivamente.

En segundo lugar, estar comunicados es una necesidad que nos permite abordar ese sentido de pertenencia de forma efectiva. No podemos pertenecer en un contexto donde no hay comunicación. Saber qué pasa en la organización, hacia dónde vamos, qué oportunidades tenemos, qué podemos mejorar y qué implica nuestro rol en los proyectos de los cuales somos parte.

Finalmente, recibir reconocimiento es la última pieza clave que todas las generaciones valoramos. Saber que nuestro trabajo está bien hecho, o que incluso puede mejorar pero que es reconocido, que nuestros pares y líderes están al tanto de lo que hacemos, ayuda a sentirnos útiles y partícipes efectivos de nuestro contexto de relación.

Independientemente de haber nacido durante la 2da Guerra Mundial, la Guerra Fría o la explosión de internet, los seres humanos tenemos patrones comunes que dan valor a nuestra existencia, y es allí donde podemos comenzar a mirar e invertir si queremos tener relaciones significativas, si queremos llegar verdaderamente lejos.